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Tuesday, September 23, 2008

Buscando en las gavetas...


Se dice que Internet es el espacio mas democratizado que existe sobre la inexistente faz de la Tierra. Tan es así, que hoy día las distancias geográficas son imperceptibles a la hora de comunicarnos entre los terrestres, y si no que digan lo contrario todos los ociosos y fanáticos (conmigo incluida) de perder el tiempo en espacios como Facebook. Y fue en este espacio virtual, donde un día me encontré una foto de dos personajes que actuaron en una de las películas de mi juventud, y que ahora aparecían tal-cual fantasmas de archivos arqueológicos, abrazados y felices. Detrás de ellos, el background que sirvió de escenario para todas estas y otras historias: La Villa Panamericana.

Estos personajes son Wilmer Arellano y Fernando Da Silva.

Es verdad que muchos años han pasado desde que no vivo en La Villa, ya muchas lunas han recorrido el espectro, también muchas otras historias. Así que esto de recordar ha sido para mí casi como un ejercicio de ir a buscar una información que sabes tienes guardada en algún CD o DVD y, que has quemado con la info de tu viejo computador, pero que igual no sabes en que gaveta lo has metido.

La foto en cuestión movió muchas cosas, muchas memorias de un tiempo que ya no existe y que, sin embargo, ha sido parte importante mi vida. De Wilmer y Fernando, tengo muchos recuerdos, aunque ahora que los veo como espectadora, siempre los sentí como los macharranes y asquerosos varones que se la pasaban con los demás varones en el estacionamiento del Edificio Chicagua, fumando y tomando anís. Entre ellos, también recuerdo a Guillermo el gordo vigilante del Chicagua y a Víctor Hugo. Recuerdo de Wilmer su elocuencia y chistosa forma de expresarse vulgar y sin miedo de ofender a quien le diera su gana. A Fernando lo recuerdo carpintero, desde muy joven trabajaba con su papa, más bien reservado y de poco hablar, tenía un medio frrrddenillo y su pelo largo de rockero adolescente, al igual que Wilmer. Ambos amantes del heavy metal, y siempre con sus franelas negras y roñosas, con alguna impresión de cualquier grupo del momento, como Guns N' Roses, Mötley Crüe o Metallica.

En una oportunidad a la salida de la escuela Laudelino Mejías, mi mama tuvo un encuentro con la vieja Flor, mama de la novia de Wilmer para ese entonces.

La vieja en cuestión le advirtió a la mía, que tuviera cuidado de las amistades de su hija, especialmente con una niña que se llamaba Claudia, de quien se decía que andaba pa’ arriba y pa’ abajo junto a Samantha. La vieja Flor le comentaba la vieja Isabel, que ella a sus hijitas no las dejaba juntar con nadie, y mucho menos las dejaba bajar a juntarse con la cuerda de sagaletones que se la pasaban allá abajo en los estacionamientos de La Villa. Por fortuna, mi santa madre enmascarada de plata, hizo caso omiso a semejante advertencia, ya que con los años vine a descubrir que Claudia es mi soulmate favorito, con quien he crecido y aprendido cuestiones trascendentales para nuestras vidas.


Un mes después hecha la ‘advertencia’, ya Wilmer estaba camino a ser papa del bebe que la hija de la vieja Flor gestaba en su vientre. Vaya lección para todos. Para ese entonces, el contaba con 17, y ella 16. Wilmer se hizo responsable por el desliz y también se convirtió en el primer papa del grupo, aunque nunca vivió junto a la chica. Hoy día, Axel (en honor a Axl Rose) ya cuenta con 16 años.
De Fernando ‘el portugués’ solo sabia que era hijo de portugueses y que tenia un hermano mayor que él. Y como hijo descendiente de europeos, Fernando tenía buen aspecto aunque lucia como que nunca se bañaba, lo que para mi era desastroso, por mis neurosis con la limpieza gracias a la vieja Isabel. Así que por esta razón y otras como que nunca terminó la escuela o no tenia nada que hablar con él, nunca entendí como un día me gusto el chico. De pronto, un día, literalmente, me desperté y era novia de Fernando (scary!) WOW! Ese noviazgo duro poco, creo yo en forma de broma, dos días, el día que nos empatamos y el día que terminamos. La forma como terminamos no la voy a repetir acá. Jej!
Lo que si voy a recordar es el día que cumplí 15 años. Y no es que vaya a contar la historia completa, porque eso será material de otra entrega, pero como olvidar a Fernando en la fiestita que hicimos en mi casa del apartamento 12-01 del Edificio Crasqui, el 3 de octubre del ‘91, cuando de pronto, con algún heavy metal de fondo, el niño en cuestión comenzó a disfrutar de la canción en forma de 'descarga', meneando la melena cabeza abajo y en círculos, desmesuradamente, dándose golpes en la frente contra la puerta de la cocina. Mis padres, estupefactos, de una sola pieza, mirando. Y yo, muerta de la vergüenza.

Escrito por: Samantha Rapolla

1 comments:

nestorcd said...

Felicito su idea! Esa Villa se ama por las historias que ustedes le dejaron. Leer y saber historias de gente bella siempre es un placer inspirador... NC