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Tuesday, September 23, 2008

Sin un rasguño...

Hago acto de presencia en los espacios cibernéticos, en esta suerte de reunión virtual que emula los reencuentros de graduándos de una misma promoción que después de 10 años, se citan para ver que fué de sus vidas.

Claro que, en ésta reunión hay unas cuantas diferencias, primero no estudiamos en el mismo colegio, a lo que sí aisitímos fué a los mismos matinées (fiestas clandestinas realizadas en las casas de algún amigo, o no, después del colegio, donde se tomába, fumába y se bailába salsa bien pegao, y si nó, pregúntenle a ‘Fumantha’).

Otra diferencia radica en que esta reunión no está basada en la vida actual, sino en traer a éste presente algunos recuerdos.Y lo último, es que no nos graduamos de bachillerato juntos, pero si recibímos un entrenamiento intenso que (al menos a mi) me a ayudado a atravesar por situaciones que se quedan pequeñas en comparación, y de las que he salido sin un rasguño.

Bueno, como dicen en inglés, here we go…

Mis recuerdos son muchos, muy coloridos y de diferentes sabores, pero esta edición se trata de Wilmer y Fernando, quienes fueron captados en una foto donde son la viva imágen de la amistad que nos une, y que hoy fué la inspiración de este blog. Cuando me puse a buscar en mis memorias acerca de estos dos especímenes de la fauna guarenera, me vino inmediatamente a la mente las ferias navideñas que se hiciéron en La Villa un par de años, específicamente la primera, que fué en la acera que une el edificio de Salver y el de Alejandra con el de Maury y Pepe.

En esa feria habia un puesto de parrilla, muy ricas ellas constaban de algunos pedazos de carne asada, salchichas, chorizos y por supuesto salsa de tomate, dichas parrillas no estaban muy al alcance de nuestra economía, eventualmente alguno de nosotros tenia los realitos y se daba el lujo de comprarse una, lujo que no duraba mucho ya que todo el mundo te pedia un poco y como por arte de magia desaparecia y solo quedaba el platico lleno de salsa de tomate.

A dicha situacion Wilmer le consiguió una solución efectiva: recuerdo que era de noche y el acabába de recibir el mentado platico, en ése momento yo me enfilaba en su dirección a pedirle un poco y él (para no darme) comenzó a correr alrededor del carro azul que fué nuestro primer banco-posadera-sentadero. Cuando vió que yo no iba a dejar de perseguirlo hasta conseguir un pedazo de carne, le pasó la lengua a todo el plato de tal manera, que no quedó ni un pedazo sin su saliva...

De Fernando, recuerdo una fiesta en mi casa de la que saque un dolor de cuello que me duró como una semana, ya que me puse a descargar con él, al escuchar alguna canción de su grupo favorito. El hombre parecia Linda Blair, durába horas seguidas moviendo la cabeza como diciendo un sí frenético. Nunca entendí como lo podía hacer, el dolor de cuello fué como que me habían dado batazos la noche anterior.

Aún me río cuando recuerdo a Wilmer, vestido de mujer en "Se Vende una Burra".

Y aún me asombro, cuando recuerdo los cuentos del olor de los pies de ‘Fer’, la verdad nunca tuve el placer de olerlos en vivo.

A los recuerdos y a los amores, que aún están vivos...


Escrito por: Claudia Marquez

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