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Monday, July 20, 2009

Ya estamos de vuelta...


Vuelven los Villanos y Troyanos con nuevas historias y musicalizado esta vez, con una de nuestras bandas favoritas de todos los tiempos...

Descublelo en "Laberintos de Concreto"...

Laberintos de Concreto...



Hacía la segunda mitad de los años 80’s en las ruinas del complejo cultural de la “Villa Panamericana”, específicamente en la parte conocida como ‘El Laberinto’ se decía que aparecía el fantasma de una monja, los avistamientos de la entidad habían sido testimoniados por los muchachos de la urbanización que solían reunirse por las noches en la 'Plaza de las Banderas', alrededor de la cual pacen unas estructuras de concreto que hasta nuestros días se mantienen en pie.

En un momento determinado la denominación de 'Laberinto' abarcará la totalidad de las instalaciones abandonadas luego de los "Juegos Panamericanos" del '83, que están situadas por detrás de la plaza y colinda con esta por el lado este, detrás está el campo de softball, la cancha de básquet y de fútbol, en aquella época "Nueva Casarapa" no existía y en su lugar una explanada cubierta de monte se extendía hasta las montañas del sur, donde una laguna misteriosa era objeto de intrigantes leyendas y en cuyas orillas un trapiche del siglo XVIII esperaba sempiternamente por la llegada de una nueva era.
Debió ser la inmensa soledad que por entonces circundaba en la “Villa Panamericana”, cuya mayoría de habitantes la moraban en una suerte de colonos citadinos, puesto que estas viviendas de interés social, apenas marcaban los inicios de un éxodo de caraqueños que recomenzaban sus vidas en los "Valles de Pacairigua". Por tanto “Los Laberintos de concreto” que en un principio -aun albergaban interesantísimos tesoros de los juegos olímpicos- permanecían erguidos en el patio de atrás de la urbanización y tras ellos la noche solía decorar el ambiente con un espectáculo oscuro de la nada, dotando la zona con ese halo de misterio, donde criaturas secretas y aterradoras suelen hallar el espacio ideal de su existencia.
No obstante, no sobreviven hasta nuestros días anécdotas concretas sobre la ‘Leyenda de la Monja’, como no sean testimonios histéricos, ciertamente los terrenos de la Villa Panamericana estuvieron alejados durante años de los caminos principales de la zona ¿qué de historias fantasmales no habrán quedado enterradas bajo el peso de sus edificios? ¿Cuantas muertes inconfesables pudieron ocurrir al amparo de la nada, entre lagunas y chaguaramos, dejando como únicos testigos a los búhos, los grillos y murciélagos?
Solo pensar en ello abre la mente a un universo inmensurable y morboso de posibilidades, siempre recuerdo con sigilo un diálogo de “El Coronel No Tiene Quien Le Escriba” del Novel Gabriel García Márquez, donde la mujer de Don Sabas le comenta al Coronel que una mujer la visita en los sueños y le dice que es quien murió hace dos años en esa habitación, a lo cual el protagonista le señala que esa casa tiene dos años de haberse construido y la mujer del compadre asevera que: “Eso quiere decir que hasta los muertos se equivocan” planteando así que ellos -los muertos- pueden equivocarse y no necesitan permiso para entrar a ningún lado.

Tal vez con todos los cambios del paisaje en estos valles, sobre todo por la época en que aparecela “Villa Panamericana”, muchos espantos debieron extraviarse, o quizá ya estaban allí cuando los villanos llegaron y como consecuencia de un ecosistema alterado, trataron de defenderse de los invasores al igual que las serpientes y otras tantas especies que fueron perturbadas. La verdad es que da para pensar.


Lo cierto es que “La Monja del Laberinto” sazonó los días de una generación que hallaba el modo de no aburrirse, en la transición entre la televisión y el cine -como única opción de entretenimiento- y la llegada del Internet y la tecnología celular. Es aquí donde la monja fungió como una celebridad digna del cine o de los cuentos de terror de un imaginario popular, pero nunca alcanzó una forma definida que afianzara su existencia, no cobró víctimas, ni efectuó destrozos en espacio alguno, por tal motivo a mi se me dio por pensar que se trataba de un ángel, encargado de cuidar las noches de ocio extremo entre los granujas recién llegados. Otras historias le saldrían al paso: una anciana que andaba por la caminería previa a la "Plaza de Las Banderas", se dice que en la casa de Samantha había un piano que alguna vez sonó solo durante la noche, las columnas de viento que penetraban por las azoteas de los edificios y se arremolinaban por las escaleras, sacudían las pesadas puertas de metal sembrando el pánico soterrado entre los villanos más cobardes.

En el piso 8 del Edificio Chicagua permaneció extinta la luz del faro durante años y se decía que un antiguo vecino de esa planta, había muerto en el estacionamiento mientras esperaba ser perdonado por su esposa, así que por las noches, sobre todo cuando no había ascensor y tocaba subir las escaleras, este espanto cobraba peaje en la mitad del recorrido, naturalmente que el viento y los ecos propios de construcciones como está, debieron ser sus aliados más fieles, en la empresa de sembrar el terror.

Algunas veces en la madrugada, una niña de cinco o seis años se escuchaba jugando en el parque del mismo Edificio Chicagua, algunos dices que este mismo espectro tocaba los timbres y desaparecía en los fríos pasillos del edificio, un recién nacido lloraba a estas mismas horas desde los terrenos baldíos detrás de Edificio Domusqui y hacía helar la sangre a todo aquel que osara despertar en medio de la noche. Un hombre se lanzó del piso seis en el Edificio Cayopirata y murió, algunas veces se le vería tratando de entrar al edificio, obviamente olvidó las llaves de la reja antes de lanzarse. El caso es que con los años, los viejos espantos de “La Villa”, serían sustituidos por las muertes de los propios villanos, aquellas que impresionaron a los habitantes, pero estos espíritus también se van disolviendo en el tiempo y terminan por ser olvidados.

En honor a la verdad, la Monja no era otra cosa que la ociosa invención de un personaje que no necesitaba disfraz para asustar a nadie, lo llamaban “Punketo” y tal vez nadie recuerda su verdadero nombre, vivía en el Piso 10 del Edificio Chicagua, era flaco y desgarbado, con una carina traqueal que protruía en su cuello curvándolo como al de un cuervo y una incipiente cresta amarillenta en la coronilla que consolidaba su aspecto de lúgubre zamuro, tenía los párpados hinchados cayendo pesadamente sobre los ojos lagañosos y las orejas pequeñas y redondas que se abrían como dos ventanas maltrechas, cuando no lucía su look de rebelde posmoderno, que consistía en un pantalón de mezclilla negro -mil veces teñido con wiki-wiki, para mantener el estilo rancio que pretendía- y un sweater blanco cuello tortuga, también se dejaba ver con una camiseta amarillenta que tenía un paisaje playero estampado al frente y unos pantaloncillos descoloridos de surfista frustrado, con esta presentación no podían faltar las cholas ‘laitinbol’ que dejaban al descubierto los dedos escuálidos de sus pies pálidos.

Solía sentarse en el murito del Edificio Chicagua, donde se gozaban tremendas ebrias los muchachos de ese edificio liderados por el siempre recordado Guillermo ‘El Gordo’ (Guillo). Allí se formaba una fila de vagos y frecuentemente pernoctaban alentados por el anís y los cigarrillos al compás de las canciones de Juan Gabriel y Luis Miguel que tanto le gustan al ‘Guillo’. Posteriormente quien suscribe, se plegaría de forma alternativa a este combo.

Creo recordar que fue Roberto Guía, quien organizó una expedición al “Laberinto”, con la promesa de que veríamos a la misteriosa Monja, entonces un nutrido grupo de muchachos se anotó en la partida y luego de una hora esperando, se emprendió la incursión hacia lo desconocido. A partir de aquí todo son conjeturas, deducciones no tan lógicas de lo que en realidad ocurría, con decir que la mitad de la excursión se disipó en alaridos y carreras histéricas ante la tentativa de un gracioso que aseguró haber visto a la monja al lado suyo, por cierto que uno de los ‘propios promotores’ del complot se espantó y puso pies en polvorosa, debió ser un fiel creyente de la leyenda y víctima de la culpa por usurpar las actividades asustadoras del fantasma, terminó siendo mártir de su propia trampa.

De la pandilla de Efrén Martín se desprendió la versión de que alguien vio a Juan Carlos ‘Godzilla’ Cisneros escapar por la parte de atrás del Laberinto con un bojote en las manos que parecían sábanas blancas, otra persona aseguró verlo más tarde dirigirse a la casa de Punketo para devolver el traje de monja. Más adelante Guillermo me dijo que no era un traje de monja como tal sino una bata de médico, chichero o traje de enfermera, pero si 'Godzilla' había utilizado el disfraz, quiere decir que Punketo ya no ejercía en ese momento su exitoso rol, sino que facilitaba la indumentaria ocasionalmente, lo cual convierte al Tío Juanqui -que en esta vez fue apedreado por algunos excursionistas- en el sucesor de Punketo.

Durante años se organizaban excursiones de este tipo, todas nocturnas para dar el ambiente adecuado, pero todas terminaban de la misma forma, el objetivo de todo esto era obviamente divertirse, pero otras cosas subyacen más allá de lo explícito: el chamo que estaba pendiente de meter mano a las incautas que se embarcaban en las excursiones cuando estas se lanzaban despavoridas a los brazos de sus acompañantes, el granuja que tenía alguna cuenta pendiente y aprovechaba la confusión para propinar pedradas o puntapiés a sus enemigos, la chica que trataba de hallar algo romántico en la aventura de lo desconocido. Y sin duda alguna los que ya para entonces tenían vicios prohibidos y requerían de un sitio abandonado para poder disfrutar de sus afanes, en este grupo deben ser incluidos los amantes, que en ocasiones serán los mismos de la categoría anterior. Queda de este modo incorporado el tema del sexo, las drogas y el rock and roll.

En la actualidad la estructura que propiamente era conocida como "El Laberinto", es un colegio que en la primera mitad de los ‘90s fue inaugurado inicialmente como kínder, luego vendría la primaria y hoy día hasta unas oficinas de la Zona Educativa de Guarenas.

“El Piso Rojo”, el teatro, los gimnasios y comedores -los cuales también tendrán sus propias anécdotas cada cual por separado- han sido ocupados paulatinamente, por una escuela de danza, una clase de artes marciales y una escuela de manualidades, pero se puede ver que todavía son espacios baldíos en su mayoría, que siguen amparando jornadas de sexo ya no tan furtivo, bebiendas comunales, excesos de otra índole, algunos aseguran que sirve de guarida para operaciones ilícitas: compra-venta de narcóticos, pero personalmente creo que estas actividades no requieren ya del lugar para llevarse a cabo. Pues son ampliamente ejecutadas en espacios más públicos y seguros.

Bien así cabe señalar que cada cierto tiempo las ruinas "El Laberinto” o “La Casona” como le comienzan a llamar las generaciones nuevas entre finales de los ‘90s y comienzos del nuevo milenio- se convierten en tema de discusión para los habitantes, las opiniones siempre son encontradas, pero lo cierto es que para los villanos, las estructuras forman parte de la “Villa Panamericana” y su gente, son de todos los moradores de la urbanización y les cuesta digerir que se haga uso de estas sin el consenso pleno de los vecinos.

Tal vez un día se termine de recuperar la estructura, entonces y con toda seguridad, nacerán nuevas leyendas entre quienes ocupen los espacios en el rol de empleados públicos, esperemos que de artistas de toda clase, deportistas y estudiantes, quienes aseveren que algunas veces durante las noches, se han oído gemidos sensuales tras las paredes de las oficinas, risas frenéticas de muchachos mal vestidos, olores incomprensibles a marihuana y anís, llantos de chicas desesperadas por un embarazo prematuro, o simplemente la presencia de uno que otro fantasma extraviado, preguntando dónde están sus amigos de antaño, esos que hace muchos años solían venir ha visitarlos.

Salver Clemente.

NOTA:

- Es importante aclarar que Juan Carlos ‘Roba Monja’ nada tiene que ver con el asunto de la Monja, aunque no queda exento de la sospecha de haber participado en algún momento del complot, no obstante su sobrenombre no proviene de esta sabrosa anécdota, sino del hecho de poseer unos mocasines -que al parecer eran de su pleno gusto- y que algún granuja comparó con el calzado de una religiosa, otorgándole así, el sobre nombre que le confiere la inmortalidad en el consiente colectivo de la “Villa Panamericana”.
- “El Laberinto” y su Monja siempre han tenido un lugar privilegiado en la cháchara de los villanos anteriores a la nueva era de “La Casona” al menos como referente cardinal para la ubicación de otros cuentos, así que les invito a despotricar sobre el asunto.
Otras Aclaratorias Importantes:
- La forma correcta de escribir el nombre de las cholas que usaba Punketo era “Lightning Bolt” según fuente servida por el Sumo Pontífice de la Logia Ya-Ba, el Maestro Yaba-Vaca: William Albarracín (gracias hermanazo por tu sincera colaboración).
- El nombre de la Escuela que opera en el Laberinto original es Escuela Bolivariana Andrés Bello y la oficina referida en el texto como Zona Educativa es en realidad el Municipio Escolar Plaza Zamora creado así desde Septiembre del 2007, no obstante ya funcionaba en esas instalaciones la Subregión de Plaza Zamora desde hacía cinco años, así nos informó el Profesor Valentín González; Coordinador Municipal de este despacho.
- La escuela de karate ya no existe, pues al instructor se le acusa de carencia ética, en fin se registraron niños amoratados, cortados con vidrios, bocas partidas y voladura de dientes, por mi parte he de decir que una tarde presencié su clase durante un rato y me pareció algo sórdido, pero preferí pensar que ese estilo tan vetusto de tratar a los niños correspondía a la disciplina impartida, sin embargo creo recordar ciertas clase de Taekwondo ofrecidas por Juan Carlos “Godzilla” Cisneros en el Módulo Policial(otro capítulo pendiente por aquí) y el ambiente era de camaradería y buenas intenciones, en fin, al hombre ya lo corrieron.
- Y esto es importante como nos informó la Coordinadora de CEDIST; Rosa Sivira, que el Taller al que me refiero en el texto como “Escuela de Manualidades”, funciona exactamente debajo de “El Piso Rojo” y se llama CEDIST “Centro de Desarrollo Integral Asociación Civil” (sin fines de lucro) operan desde el año 2001 y han trabajado arduamente por la recuperación de la estructura, coordinan y dictan, desde luego, cursos relacionados con “Artes Plásticas y Escénicas”. El espacio al cual me refiero se llama -esto siempre fue o debió ser así- “Salón Carlos Cruz Diez” y el Teatro del “Complejo Cultural Las Islas”, aunque en realidad le llaman ‘Anfiteatro’, este término no es correcto, el ‘Anfiteatro’ corresponde a una estructura con gradas al aire libre y de forma semicircular, que se usa para espectáculos escénicos, ahora bien el local al cual se hace referencia aquí, era en realidad una sala de cine, con tarima para conferencias, que no cumple con los requerimientos para ser definido ni como Teatro y mucho menos como Anfiteatro.
- De todas formas aquí dejo la definición de ‘Anfiteatro’ según la “RAE”: Edificio de forma redonda u oval con gradas alrededor, y en el cual se celebraban varios espectáculos, como los combates de gladiadores o de fieras. Local con gradas, generalmente en forma semicircular, destinado a actividades docentes. En cines, teatros y otros locales, piso alto con asientos en gradería. En los hospitales y otros edificios, lugar destinado a la disección de los cadáveres.
- Por último, referiremos a otra “Asociación Cultural” que opera en el lugar, al lado del “Salón Cruz Diez”, específicamente debajo de la ‘Taima de los Pios’. Se trata de “Fundavemar”, que según se nos dijo, jamás están allí, pero que se supone dan clases de ¿danza? en fin, se puede decir que se han ido recuperando los espacios, por supuesto que falta mucho, en realidad muchísimo más de lo que cualquiera pueda imaginar.
- En mi humilde opinión, el “Centro Cultural” debe ser abierto para la ciudad en general, con una salida independiente hacia la calle que penetra “Nueva Casarapa”, de modo que los ‘Villanos’ no puedan alegar que “Las Islas” serán afectadas por el exceso de visitantes que atraería el local en funcionamiento, argumento -a mi modo de ver- inválido, puesto que ‘La Villa’ sigue abierta a todo tipo de visitantes y los problemas de inseguridad han fluctuado durante 25 años agravándose por la presencia de estas instalaciones sin uso. Prueba de ello son la proliferación de muros y rejas que han afeado el paisaje, convirtiendo unos espacios abiertos y verdosos, en oscuras veredas no menos inseguras y asfixiantes.

Al final, ‘Los Laberintos de Concreto’, lejos de desaparecer, se han multiplicado y convertido en nuestras prisiones.