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Thursday, August 19, 2010

Amigabilidad...


"En una ocasión le preguntaron a Buda Gautama: “¿El hombre iluminado tiene amigos?” y él respondió: “No”. El interlocutor se escandalizó pues pensaba que el hombre que está iluminado debe tener por amigo al mundo entero. Pero Buda Gautama tiene razón, te escandalices o no. Cuando él dice: “El hombre iluminado no tiene amigos”, está diciendo que no puede tener amigos porque no puede tener enemigos. Ambos vienen juntos. El puede tener amigabilidad, pero no amistad. Y la amigabilidad, es un amor que va enfocado no a una sola persona, sino a toda la Existencia, no tiene limites." Osho.

He querido compartir esta inspiracion con ustedes, justo por estos dias en los que ha estado tan presente la energia de 'Re-Encuentro'...
Y en honor a esa amigabilidad infinita, que nos ha mantenido conectados de una forma magica a traves del tiempo y las distancias...
Gracias a Claudia y a Todos los presentes en el Re-Encuentro inesperado de su visita por Venezuela, ya que gracias a ella (y a Todos, otra vez!) se ha avivado esta energia del compartir siempre por alli circundante...

Con amor,

Samantha

Monday, July 20, 2009

Ya estamos de vuelta...


Vuelven los Villanos y Troyanos con nuevas historias y musicalizado esta vez, con una de nuestras bandas favoritas de todos los tiempos...

Descublelo en "Laberintos de Concreto"...

Laberintos de Concreto...



Hacía la segunda mitad de los años 80’s en las ruinas del complejo cultural de la “Villa Panamericana”, específicamente en la parte conocida como ‘El Laberinto’ se decía que aparecía el fantasma de una monja, los avistamientos de la entidad habían sido testimoniados por los muchachos de la urbanización que solían reunirse por las noches en la 'Plaza de las Banderas', alrededor de la cual pacen unas estructuras de concreto que hasta nuestros días se mantienen en pie.

En un momento determinado la denominación de 'Laberinto' abarcará la totalidad de las instalaciones abandonadas luego de los "Juegos Panamericanos" del '83, que están situadas por detrás de la plaza y colinda con esta por el lado este, detrás está el campo de softball, la cancha de básquet y de fútbol, en aquella época "Nueva Casarapa" no existía y en su lugar una explanada cubierta de monte se extendía hasta las montañas del sur, donde una laguna misteriosa era objeto de intrigantes leyendas y en cuyas orillas un trapiche del siglo XVIII esperaba sempiternamente por la llegada de una nueva era.
Debió ser la inmensa soledad que por entonces circundaba en la “Villa Panamericana”, cuya mayoría de habitantes la moraban en una suerte de colonos citadinos, puesto que estas viviendas de interés social, apenas marcaban los inicios de un éxodo de caraqueños que recomenzaban sus vidas en los "Valles de Pacairigua". Por tanto “Los Laberintos de concreto” que en un principio -aun albergaban interesantísimos tesoros de los juegos olímpicos- permanecían erguidos en el patio de atrás de la urbanización y tras ellos la noche solía decorar el ambiente con un espectáculo oscuro de la nada, dotando la zona con ese halo de misterio, donde criaturas secretas y aterradoras suelen hallar el espacio ideal de su existencia.
No obstante, no sobreviven hasta nuestros días anécdotas concretas sobre la ‘Leyenda de la Monja’, como no sean testimonios histéricos, ciertamente los terrenos de la Villa Panamericana estuvieron alejados durante años de los caminos principales de la zona ¿qué de historias fantasmales no habrán quedado enterradas bajo el peso de sus edificios? ¿Cuantas muertes inconfesables pudieron ocurrir al amparo de la nada, entre lagunas y chaguaramos, dejando como únicos testigos a los búhos, los grillos y murciélagos?
Solo pensar en ello abre la mente a un universo inmensurable y morboso de posibilidades, siempre recuerdo con sigilo un diálogo de “El Coronel No Tiene Quien Le Escriba” del Novel Gabriel García Márquez, donde la mujer de Don Sabas le comenta al Coronel que una mujer la visita en los sueños y le dice que es quien murió hace dos años en esa habitación, a lo cual el protagonista le señala que esa casa tiene dos años de haberse construido y la mujer del compadre asevera que: “Eso quiere decir que hasta los muertos se equivocan” planteando así que ellos -los muertos- pueden equivocarse y no necesitan permiso para entrar a ningún lado.

Tal vez con todos los cambios del paisaje en estos valles, sobre todo por la época en que aparecela “Villa Panamericana”, muchos espantos debieron extraviarse, o quizá ya estaban allí cuando los villanos llegaron y como consecuencia de un ecosistema alterado, trataron de defenderse de los invasores al igual que las serpientes y otras tantas especies que fueron perturbadas. La verdad es que da para pensar.


Lo cierto es que “La Monja del Laberinto” sazonó los días de una generación que hallaba el modo de no aburrirse, en la transición entre la televisión y el cine -como única opción de entretenimiento- y la llegada del Internet y la tecnología celular. Es aquí donde la monja fungió como una celebridad digna del cine o de los cuentos de terror de un imaginario popular, pero nunca alcanzó una forma definida que afianzara su existencia, no cobró víctimas, ni efectuó destrozos en espacio alguno, por tal motivo a mi se me dio por pensar que se trataba de un ángel, encargado de cuidar las noches de ocio extremo entre los granujas recién llegados. Otras historias le saldrían al paso: una anciana que andaba por la caminería previa a la "Plaza de Las Banderas", se dice que en la casa de Samantha había un piano que alguna vez sonó solo durante la noche, las columnas de viento que penetraban por las azoteas de los edificios y se arremolinaban por las escaleras, sacudían las pesadas puertas de metal sembrando el pánico soterrado entre los villanos más cobardes.

En el piso 8 del Edificio Chicagua permaneció extinta la luz del faro durante años y se decía que un antiguo vecino de esa planta, había muerto en el estacionamiento mientras esperaba ser perdonado por su esposa, así que por las noches, sobre todo cuando no había ascensor y tocaba subir las escaleras, este espanto cobraba peaje en la mitad del recorrido, naturalmente que el viento y los ecos propios de construcciones como está, debieron ser sus aliados más fieles, en la empresa de sembrar el terror.

Algunas veces en la madrugada, una niña de cinco o seis años se escuchaba jugando en el parque del mismo Edificio Chicagua, algunos dices que este mismo espectro tocaba los timbres y desaparecía en los fríos pasillos del edificio, un recién nacido lloraba a estas mismas horas desde los terrenos baldíos detrás de Edificio Domusqui y hacía helar la sangre a todo aquel que osara despertar en medio de la noche. Un hombre se lanzó del piso seis en el Edificio Cayopirata y murió, algunas veces se le vería tratando de entrar al edificio, obviamente olvidó las llaves de la reja antes de lanzarse. El caso es que con los años, los viejos espantos de “La Villa”, serían sustituidos por las muertes de los propios villanos, aquellas que impresionaron a los habitantes, pero estos espíritus también se van disolviendo en el tiempo y terminan por ser olvidados.

En honor a la verdad, la Monja no era otra cosa que la ociosa invención de un personaje que no necesitaba disfraz para asustar a nadie, lo llamaban “Punketo” y tal vez nadie recuerda su verdadero nombre, vivía en el Piso 10 del Edificio Chicagua, era flaco y desgarbado, con una carina traqueal que protruía en su cuello curvándolo como al de un cuervo y una incipiente cresta amarillenta en la coronilla que consolidaba su aspecto de lúgubre zamuro, tenía los párpados hinchados cayendo pesadamente sobre los ojos lagañosos y las orejas pequeñas y redondas que se abrían como dos ventanas maltrechas, cuando no lucía su look de rebelde posmoderno, que consistía en un pantalón de mezclilla negro -mil veces teñido con wiki-wiki, para mantener el estilo rancio que pretendía- y un sweater blanco cuello tortuga, también se dejaba ver con una camiseta amarillenta que tenía un paisaje playero estampado al frente y unos pantaloncillos descoloridos de surfista frustrado, con esta presentación no podían faltar las cholas ‘laitinbol’ que dejaban al descubierto los dedos escuálidos de sus pies pálidos.

Solía sentarse en el murito del Edificio Chicagua, donde se gozaban tremendas ebrias los muchachos de ese edificio liderados por el siempre recordado Guillermo ‘El Gordo’ (Guillo). Allí se formaba una fila de vagos y frecuentemente pernoctaban alentados por el anís y los cigarrillos al compás de las canciones de Juan Gabriel y Luis Miguel que tanto le gustan al ‘Guillo’. Posteriormente quien suscribe, se plegaría de forma alternativa a este combo.

Creo recordar que fue Roberto Guía, quien organizó una expedición al “Laberinto”, con la promesa de que veríamos a la misteriosa Monja, entonces un nutrido grupo de muchachos se anotó en la partida y luego de una hora esperando, se emprendió la incursión hacia lo desconocido. A partir de aquí todo son conjeturas, deducciones no tan lógicas de lo que en realidad ocurría, con decir que la mitad de la excursión se disipó en alaridos y carreras histéricas ante la tentativa de un gracioso que aseguró haber visto a la monja al lado suyo, por cierto que uno de los ‘propios promotores’ del complot se espantó y puso pies en polvorosa, debió ser un fiel creyente de la leyenda y víctima de la culpa por usurpar las actividades asustadoras del fantasma, terminó siendo mártir de su propia trampa.

De la pandilla de Efrén Martín se desprendió la versión de que alguien vio a Juan Carlos ‘Godzilla’ Cisneros escapar por la parte de atrás del Laberinto con un bojote en las manos que parecían sábanas blancas, otra persona aseguró verlo más tarde dirigirse a la casa de Punketo para devolver el traje de monja. Más adelante Guillermo me dijo que no era un traje de monja como tal sino una bata de médico, chichero o traje de enfermera, pero si 'Godzilla' había utilizado el disfraz, quiere decir que Punketo ya no ejercía en ese momento su exitoso rol, sino que facilitaba la indumentaria ocasionalmente, lo cual convierte al Tío Juanqui -que en esta vez fue apedreado por algunos excursionistas- en el sucesor de Punketo.

Durante años se organizaban excursiones de este tipo, todas nocturnas para dar el ambiente adecuado, pero todas terminaban de la misma forma, el objetivo de todo esto era obviamente divertirse, pero otras cosas subyacen más allá de lo explícito: el chamo que estaba pendiente de meter mano a las incautas que se embarcaban en las excursiones cuando estas se lanzaban despavoridas a los brazos de sus acompañantes, el granuja que tenía alguna cuenta pendiente y aprovechaba la confusión para propinar pedradas o puntapiés a sus enemigos, la chica que trataba de hallar algo romántico en la aventura de lo desconocido. Y sin duda alguna los que ya para entonces tenían vicios prohibidos y requerían de un sitio abandonado para poder disfrutar de sus afanes, en este grupo deben ser incluidos los amantes, que en ocasiones serán los mismos de la categoría anterior. Queda de este modo incorporado el tema del sexo, las drogas y el rock and roll.

En la actualidad la estructura que propiamente era conocida como "El Laberinto", es un colegio que en la primera mitad de los ‘90s fue inaugurado inicialmente como kínder, luego vendría la primaria y hoy día hasta unas oficinas de la Zona Educativa de Guarenas.

“El Piso Rojo”, el teatro, los gimnasios y comedores -los cuales también tendrán sus propias anécdotas cada cual por separado- han sido ocupados paulatinamente, por una escuela de danza, una clase de artes marciales y una escuela de manualidades, pero se puede ver que todavía son espacios baldíos en su mayoría, que siguen amparando jornadas de sexo ya no tan furtivo, bebiendas comunales, excesos de otra índole, algunos aseguran que sirve de guarida para operaciones ilícitas: compra-venta de narcóticos, pero personalmente creo que estas actividades no requieren ya del lugar para llevarse a cabo. Pues son ampliamente ejecutadas en espacios más públicos y seguros.

Bien así cabe señalar que cada cierto tiempo las ruinas "El Laberinto” o “La Casona” como le comienzan a llamar las generaciones nuevas entre finales de los ‘90s y comienzos del nuevo milenio- se convierten en tema de discusión para los habitantes, las opiniones siempre son encontradas, pero lo cierto es que para los villanos, las estructuras forman parte de la “Villa Panamericana” y su gente, son de todos los moradores de la urbanización y les cuesta digerir que se haga uso de estas sin el consenso pleno de los vecinos.

Tal vez un día se termine de recuperar la estructura, entonces y con toda seguridad, nacerán nuevas leyendas entre quienes ocupen los espacios en el rol de empleados públicos, esperemos que de artistas de toda clase, deportistas y estudiantes, quienes aseveren que algunas veces durante las noches, se han oído gemidos sensuales tras las paredes de las oficinas, risas frenéticas de muchachos mal vestidos, olores incomprensibles a marihuana y anís, llantos de chicas desesperadas por un embarazo prematuro, o simplemente la presencia de uno que otro fantasma extraviado, preguntando dónde están sus amigos de antaño, esos que hace muchos años solían venir ha visitarlos.

Salver Clemente.

NOTA:

- Es importante aclarar que Juan Carlos ‘Roba Monja’ nada tiene que ver con el asunto de la Monja, aunque no queda exento de la sospecha de haber participado en algún momento del complot, no obstante su sobrenombre no proviene de esta sabrosa anécdota, sino del hecho de poseer unos mocasines -que al parecer eran de su pleno gusto- y que algún granuja comparó con el calzado de una religiosa, otorgándole así, el sobre nombre que le confiere la inmortalidad en el consiente colectivo de la “Villa Panamericana”.
- “El Laberinto” y su Monja siempre han tenido un lugar privilegiado en la cháchara de los villanos anteriores a la nueva era de “La Casona” al menos como referente cardinal para la ubicación de otros cuentos, así que les invito a despotricar sobre el asunto.
Otras Aclaratorias Importantes:
- La forma correcta de escribir el nombre de las cholas que usaba Punketo era “Lightning Bolt” según fuente servida por el Sumo Pontífice de la Logia Ya-Ba, el Maestro Yaba-Vaca: William Albarracín (gracias hermanazo por tu sincera colaboración).
- El nombre de la Escuela que opera en el Laberinto original es Escuela Bolivariana Andrés Bello y la oficina referida en el texto como Zona Educativa es en realidad el Municipio Escolar Plaza Zamora creado así desde Septiembre del 2007, no obstante ya funcionaba en esas instalaciones la Subregión de Plaza Zamora desde hacía cinco años, así nos informó el Profesor Valentín González; Coordinador Municipal de este despacho.
- La escuela de karate ya no existe, pues al instructor se le acusa de carencia ética, en fin se registraron niños amoratados, cortados con vidrios, bocas partidas y voladura de dientes, por mi parte he de decir que una tarde presencié su clase durante un rato y me pareció algo sórdido, pero preferí pensar que ese estilo tan vetusto de tratar a los niños correspondía a la disciplina impartida, sin embargo creo recordar ciertas clase de Taekwondo ofrecidas por Juan Carlos “Godzilla” Cisneros en el Módulo Policial(otro capítulo pendiente por aquí) y el ambiente era de camaradería y buenas intenciones, en fin, al hombre ya lo corrieron.
- Y esto es importante como nos informó la Coordinadora de CEDIST; Rosa Sivira, que el Taller al que me refiero en el texto como “Escuela de Manualidades”, funciona exactamente debajo de “El Piso Rojo” y se llama CEDIST “Centro de Desarrollo Integral Asociación Civil” (sin fines de lucro) operan desde el año 2001 y han trabajado arduamente por la recuperación de la estructura, coordinan y dictan, desde luego, cursos relacionados con “Artes Plásticas y Escénicas”. El espacio al cual me refiero se llama -esto siempre fue o debió ser así- “Salón Carlos Cruz Diez” y el Teatro del “Complejo Cultural Las Islas”, aunque en realidad le llaman ‘Anfiteatro’, este término no es correcto, el ‘Anfiteatro’ corresponde a una estructura con gradas al aire libre y de forma semicircular, que se usa para espectáculos escénicos, ahora bien el local al cual se hace referencia aquí, era en realidad una sala de cine, con tarima para conferencias, que no cumple con los requerimientos para ser definido ni como Teatro y mucho menos como Anfiteatro.
- De todas formas aquí dejo la definición de ‘Anfiteatro’ según la “RAE”: Edificio de forma redonda u oval con gradas alrededor, y en el cual se celebraban varios espectáculos, como los combates de gladiadores o de fieras. Local con gradas, generalmente en forma semicircular, destinado a actividades docentes. En cines, teatros y otros locales, piso alto con asientos en gradería. En los hospitales y otros edificios, lugar destinado a la disección de los cadáveres.
- Por último, referiremos a otra “Asociación Cultural” que opera en el lugar, al lado del “Salón Cruz Diez”, específicamente debajo de la ‘Taima de los Pios’. Se trata de “Fundavemar”, que según se nos dijo, jamás están allí, pero que se supone dan clases de ¿danza? en fin, se puede decir que se han ido recuperando los espacios, por supuesto que falta mucho, en realidad muchísimo más de lo que cualquiera pueda imaginar.
- En mi humilde opinión, el “Centro Cultural” debe ser abierto para la ciudad en general, con una salida independiente hacia la calle que penetra “Nueva Casarapa”, de modo que los ‘Villanos’ no puedan alegar que “Las Islas” serán afectadas por el exceso de visitantes que atraería el local en funcionamiento, argumento -a mi modo de ver- inválido, puesto que ‘La Villa’ sigue abierta a todo tipo de visitantes y los problemas de inseguridad han fluctuado durante 25 años agravándose por la presencia de estas instalaciones sin uso. Prueba de ello son la proliferación de muros y rejas que han afeado el paisaje, convirtiendo unos espacios abiertos y verdosos, en oscuras veredas no menos inseguras y asfixiantes.

Al final, ‘Los Laberintos de Concreto’, lejos de desaparecer, se han multiplicado y convertido en nuestras prisiones.

Monday, December 8, 2008

La batalla de las chichas..

Los Píos eran un grupo de jóvenes con síndrome de Peter Pan, que presentaban obras de teatro bajo la figura de Orígenes, vestían de negro y llevaban peinados estrafalarios, pantalones rotos entubados a los tobillos, más tarde los ruedos fueron desgarrados y llevados en volandas. Solíamos tener permiso de usar el módulo policial que está en la entrada de Villa Panamericana, el Gusano Azul o de Metal, que había sido de Defensa Civil, allí también se efectuaban las reuniones de la extinta Asoislas, pero esa es otra historia, el asunto es que a los Píos les interesó desde siempre el Anfiteatro del Centro Cultural tras la plaza de las banderas y soñábamos con que en aquella edificación se fundara algo así como un Ateneo.
Así que vivíamos planificando cosas en aquel lugar, fiestas a beneficio, obras de teatro, reuniones con tormenta de ideas, bebiendas de anís y ron, juegos del escondite, mímica, la ere(La lleva) y hasta policías y ladrones, no sabíamos por qué, lo importante era tomar el espacio y hacerlo nuestro, había toque de queda para los menores de edad después de las nueve, pero nosotros por ser miembros del grupo de teatro, nos habíamos ganado un salvoconducto que nos permitía permanecer en la calle más allá de esa hora en la noche y en el Laberinto desde luego.





Eran tiempos felices, porque aquella era nuestra inexpugnable fortaleza que habíamos defendido de todas las amenazas: Las viejas chismosas que nos querían fuera de allí y de las cuales manaban fantásticas historias, como esa de que comíamos gatos y practicábamos misas negras, que nos bañábamos con refresco Coca-cola porque era negro como nuestras almas, que a nuestras mujeres las habíamos embarazado, hecho abortar y que los fetos corrían la misma suerte que los gatos, que nadie que no perteneciera a nuestro grupo podía entrar allí y que para ingresar a la logia, los iniciados tenían que cumplir ciertas pruebas denigrantes y muchas otras cosas que eran falsas, pero sospecho que nos divertía ver como acrecentaban nuestra fama.





De Guarenas, Guatire, Caracas y hasta San Antonio de los Altos fueron camaradas Come Gato a visitarnos, una noche nos llegó un ejército de por lo menos cien zarrapastrosos y amanecimos cantando canciones de La Misma Gente, Soda Stereo, Ramones y otros tantos, mientras los vecinos observaban el espectáculo desde sus ventanas muertos de miedo ¡digo yo! porque ni siquiera se atrevieron a llamar a la policía por temor a las represalias, debió ser gracias a que antes de la reunión el canal 2 había trasmitido uno de sus bodrios conocido como Alerta, donde se hablaba de las sectas satánicas.





Con tanta publicidad a la edad de 16 años que tenía yo, era difícil que nos preocupara lo que pensaran los demás, había que vivir el momento. Así que luego de superar tal desafío nos apertrechamos en el edificio y no había día que no tuviésemos algo que hacer allí, eso sí, tampoco se ocultaba el sol, sin que tuviésemos que defendernos de los demás. Hasta un concejal de Guarenas se sintió atraído por nosotros y quiso saber cuales eran nuestros objetivos, le mandamos a decir que fuera a visitarnos en la Fortaleza, pero él nunca se atrevió, sin embargo el Alcalde nos recibió en su despacho, por diligencia del Señor Cortina, que entonces era un activista político y Presidente de Asoislas, Tito Cardoso Aprobó un presupuesto de 300mil bolívares de entonces para la recuperación de mal llamado anfiteatro y nuestra permanencia en el lugar parecía estar garantizada, pero de todos modos Asoislas se reservó la tenencia de las llaves, así que podíamos mantenernos en el Piso Rojo, que era un salón de Gimnasia, y jugar sobre el techo o cualquiera de las otras instalaciones abandonadas. El teatro solo se nos prestaría en casos muy concretos.





Una noche la policía se acercó a verificar que hacíamos en aquel lugar a tan altas horas y llegaron justo a media partida del escondite, ya nos habíamos librado unos cinco y los demás seguían ocultos. Entre estos nuestro héroe José Rafael.
– Buenas noches jóvenes -dijo el oficial mientras nos alumbraba la cara odiosamente con su linterna- se puede saber qué hacen tan tarde aquí; es casi la media noche.
– Es que estamos reunidos hablando sobre la próxima obra que vamos a presentar. Respondió alguien con tono seguro.
– ¿Y no es mejor que practiquen de día cuando pueden verse mejor las cosas? Replicó el otro policía.
– Bueno lo que ocurre es que no estamos ensayando como tal sino ultimando algunos detalles.
– Pero estar aquí puede ser peligroso, si les pasa algo…
En eso que salta del techo José Rafael, que era tan alto como los policías y que no hacía mucho había andado en muletas y hasta en silla de ruedas, los policías se exaltaron y casi dejan caer las linternas para sacar los revólveres.
– ¡Un, dos, tres, por todos! Te jodiste Atilio cuentas otra vez y los liberé yo solo ¿Y la acostumbrada fanfarria que le dedicaban a quienes libraban la taima?
José Rafael se sentía que era el héroe, el gran libertador que conseguía la Azaña más grande, producto de su euforia no se daba cuanta de que el motivo de nuestra pasividad no era Atilio, sino las autoridades hay presentes. No obstante, celebró su triunfo y brincoteó alrededor de los policías que no salían de su desconcierto ¿Con qué ensayando? Ultimando detalles, pasando letra de los libretos, poniendo orden sobre cosas importantes. Pero teníamos un salvo conducto para estar allí.
– Coño Jóse no ves que estamos hablando cosas de la obra, tu siempre de ladilla. Dijo Wladimir, creo recordar. José Rafael no se dejaría quitar su triunfo de una forma tan vil.
– A no chamo cuando tu liberas la taima todo el mundo celebra, pero como lo hice yo, entonces el saboteo. Finalmente reconoció a los policías, estaba furioso, cualquiera diría que de conservar muletas le hubiese dado con estas a los oficiales por aguafiestas.





Esa noche nos vimos forzados a salir del lugar, la vergüenza era tal que los policías debieron compadecerse y no hicieron chistes sobre nuestra madures, solo exigieron que hiciéramos las reuniones; o durante el día o en otra parte más segura y menos engorrosa para ellos cumplir su deber. Vamos, tenían razón, pero eso no importaba, porque nosotros sabíamos que lo que ellos querían era quitarse el fastidio de los vecinos, a quienes les hastiaba saber que estábamos allí dentro, porque desde los edificios no se veía lo que hacíamos ¿qué esperaban? ¿qué practicáramos nuestra misas negras en medio de la Plaza de las Banderas? Así no tenía gracia.




Luego de muchas pláticas se pudo acordar que teníamos derecho a estar en el laberinto máximo hasta las diez de la noche y solo los fines de semana hasta más tarde, pero cuando el grupo no era mayor de cinco personas, lográbamos -incluso- hasta amanecer. El techo del teatro, era una terraza maravillosa para ver salir el primer amanecer de cada 1ro de Enero, a esta parte se ingresaba por un hueco en el muro que estaba en un cuartito del Piso Rojo, lo cual era muy acogedor, pues incluso había la fantasía de que los adultos no sabían como se subía uno allí, pero también había otras formas más engorrosas de alcanzar el mirador. Y eso los ponía nerviosos.
¿Cuánta noche de reflexión, momentos de soledad, euforia y romance no se vivieron allí? Una novia me citó en esa terraza para reconciliarnos, fue una tarde anaranjada, como todas las tardes de Guarenas, recuerdo que unas aves parlantes sobrevolaban el campo de softbol y que la brisa hacía ondear su cabello ensortijado y abundante, ella tomó mi mano y me mintió dulcemente. Y yo le creí porque el momento era perfecto y no lo iba a dañar con mis reservas, su mano se posó sobre la mía temblando, era fría y suave, sus ojos brillaban húmedamente, mientras hablaba con su timbre sensual que a mi me parecía irresistible, y en algún momento hasta tartamudeó, ella temía que yo la rechazara, estaba tan miedosa como yo, no le dije nada o mejor dicho; no sé que le dije, nos abrazamos con ternura y sellamos el reencuentro con un beso.




Una tarde de mantenimiento, nos pusimos en la tarea de limpiar las vigas de la fachada, donde alguna vez unas cúpulas de fibra habían cubierto un techo la mitad de grande a un campo de fútbol, era una labor ardua y sobre todo muy peligrosa, había que monearse por los listones de metal oxidado y ascender hasta unos quince metros de altura, sin arneses, sujetándonos con las piernas para que las manos estuvieran libres, mientras se iban limpiando los canales de hojas secas y cristales rotos, los hombres nos encargamos de hacerlo mientras las chicas barrían el suelo que iba quedando cubierto de restos cortantes, la mayoría habíamos echo de dos a tres tramos, pero a pesar del peligro todo había trascurrido sin novedades ¿qué nos podía pasar en aquel lugar que era como nuestra casa?




De pronto que José Rafael -otra vez- está a la mitad de su recorrido. Es decir, a unos doce metros de altura y sin nadie cerca de él, sin saber lo que hacía removió un panal de avispas y estas se alborotaron, mi hermano trataba de espantarlas con las dos manos mientras se aferraba al metal oxidado con sus dos piernas que habían estado malas no hacía mucho tiempo “no debí permitírselo, por un momento pensé que hay terminaba todo”.




Unos gritaban, otros se encaramaron para ir en su ayuda pero no podían hacer mucho, una vez allí estarían en la misma situación que él, de hecho las avispas no dejaron que nadie se acercara.
– No las espantes más, deja que te piquen y ve bajando con cuidado. Gritaban unos y otros.
Luego de luchar un rato con los insectos, José Rafael obedeció las recomendaciones y comenzó a desandar el camino, a medida que iba llegando yo sentía que podía respirar, de haberse caído, el único culpable habría sido yo, si me regañaban por esto, al menos tendría el consuelo de que mi hermano seguiría vivo, era alérgico y quizá las picaduras le ocasionarían algunos problemas que no nos permitirían ocultarle la verdad a nuestros padres. O tal vez, simplemente él se los diría, pero nada de eso me importaba, estaba vivo y lo que pasara sería mejor de cualquier forma.
Dicen que las enfermedades son mentales y debe ser cierto, porque este muchacho al que una simple picadura de mosquito podía ocasionarle terribles úlceras en la piel con litros de pus, escapó de esta aventura como si nada, nunca conversamos sobre el tema, pero supongo que se sintió tan dichoso de no haber muerto, que su sistema inmunológico disipó las toxinas, porque de que lo picaron, lo picaron, mas nunca se quejó, ni se le vio marcas en la piel después de aquella tarde.



Finalmente, nuestra privilegiada situación llamó la atención de otros compañeros generacionales, quienes movidos por los celos y la curiosidad -más lo segundo que lo primero- decidieron que era hora de darnos un susto, ir a la fortaleza y hacer algo que nos avergonzara de una vez por todas. Lo que no sabían sobre nosotros es que fuerzas sobrenaturales nos protegían.
Era otra fantástica partida del escondite, Antonio Gil, había puesto de moda utilizar el color negro de nuestras ropas para camuflarnos con las sombras y poco a poco cada quien iba innovando en el arte de confundirnos en la oscuridad, ellas -las sobras- que inspiraban tanto miedo a quienes se acercaban a este sitio, ahora eran nuestras amigas, se movían a nuestro antojo o con el movimiento de la luna, pero siempre a nuestro favor, se les podía ver pacer en las esquinas, supurar oscuridad y definitivamente, disfrutar de nuestras imberbes compañías.
Como de costumbre Atilio era el penitente de la taima y realizaba su ronda de búsqueda, cuando notó que algo andaba mal ¿acaso Atilio, uno de nuestros más oscuros miembros, había conectado a un nivel más íntimo con las sombras? El caso es que él advirtió que no estábamos solos en la fortaleza, había intrusos, rápidamente se ocultó y esperó unos momentos.


Alexis “Loco” Vargas, Alexis “Mostrico” no se qué, Alberto González y algunos otros que no recuerdo, se habían metido en el cuarto de proyección que daba al teatro, la verdad es que habían llegado muy cerca de la taima, cuando Atilio los ubicó dio la voz de alerta: “Intrusos en el cuarto de proyección”.


Los Píos reaccionaron al instante, produciendo gritos agudos como los indios de las películas de vaqueros y haciendo sonar las latas de los ductos de aire acondicionado, armados con tubos y cruces de metal extraídas de un cementerio, arremetimos contra los intrusos que se vieron rodeados y muy sorprendidos, no sabíamos de quien se trataba en ese momento, pero los perseguimos hasta el estacionamiento del Chiacagua, donde se detuvieron y acordaron rendirse.
Cuando me di cuenta quienes eran pensé que esto terminaría mal, puesto que se trataba de un reputado grupo de karatecas y estos tipos solían pelear por diversión, que supiera eran muy buenos en eso, pero que tonto, en nuestro bando también había gallos de pelea de fiar, pero todos éramos menores que ellos, no obstante Alexis dijo que lo habíamos sorprendido, que jamás se habían esperado ser atacados en esa forma.



– Chamo nosotros creímos que ustedes iban a correr a sus casas asustados y luego nos vimos como si nos iban a matar con todas esas piedras y los tubos, me cagué chamo, están locos ¿de verdad nos iban a joder?
– Bueno no sabíamos quienes eran, pero locos ustedes que se meten así para allá.



Estaba claro que nos habíamos granjeado el respeto de un antiguo grupo de la Villa, esta gente estaba en el lugar desde hacía más tiempo que nuestro grupo, habían sido los más populares, los más famosos de toda la zona, temidos incluso por los malandros, pero estaban encantados con nuestra actitud aguerrida, no obstante, había que hacer algo para recuperar su reputación, algo digno pero que no quebrantara la amistad qua acababa de nacer.



Se acordó un juego amistoso, no había reglas claras, simplemente ellos reunirían una partida para intentar atacar la fortaleza y nosotros debíamos defenderla. De pronto todos teníamos la misma edad, todos -sin excepción- éramos niños, Alexis, Mostrico, Alberto y sus secuaces, que ya eran mayores y supuestamente tan maduros como para no prestarse a estos juegos, pero estaban tan entusiasmados como nosotros, las pocas veces que les vi durante aquella semana, se alegraban de encontrarnos y nos recordaban que el sábado sería la gran batalla. Así mismo lo entendían ellos, como una cosa importante que era seria, una batalla de verdad.



Se había fijado la fecha para el fin de semana siguiente y personalmente me enfrasqué en los preparativos de la defensa. Hicimos planos de la fortaleza, preparamos trampas, escondites especiales, armas y un sofisticado lenguaje de claves mediante el cual se dio nombre a cada una de las entradas, denominadas como Chichas (ja, ja, ja, ja…perdón, pudo habérseles dado un nombre más representativo de poder ¿pero Chicha? las entradas eran blandas como la chicha) así pues Chicha 1, las escaleras que culminaban en el Piso Rojo, Chicha 2, la otras escaleras también de Piso Rojo pero que era en espiral; es decir la escalera de caracol y Chicha 3; la escalera de la puerta de atrás que da al campo de fútbol y al colegio. Solo defenderíamos la segunda planta y el techo, la P.B. la dejaríamos porque no nos interesaba. El teatro estaba cerrado con llave. Había una señal secreta además de las otras tres, que era Chicha-chicha, lo cual indicaba que el enemigo estaba dentro de la fortaleza y que cada quien debía arreglárselas como pudiera.



Algo ya se hacía obvio, no contábamos con el elemento sorpresa, el enemigo no se amedrantaría tan fácil como la primera vez, pero tal podía ser que las sombras nos ayudaran, quizá ocurriera algo en el último momento, cualquier cosa ¡Hay Dios mío que pase algo!
Habría Píos ocultos en los ductos de aire acondicionado, pero un 60% de nuestro ejército era de mujeres, de las cuales habría unas tres que no contarían entonces más de doce años, menuda tropa ¿no? La tarde antes que empezara el sitio, Edgar “Recluta” Febrero, Wladimir y yo fuimos a estudiar la fortaleza, la idea era preparar un plan y una ruta interna que nos permitiera combatir dentro cuando el enemigo ingresara, era claro que entrarían, todos estábamos de acuerdo en ello. Entonces le explico a Wladimir sobre como subir al techo por la parte trasera de donde se divisaba el campo de softbol. Aquellos cuartos habían sido de unos baños y las paredes estaban cubiertas de losas rotas, por ello resultaba peligroso escalarlas, yo tenía unas rutas marcadas que había memorizado con el tiempo y que consideraba importantes de tomar en cuenta, pues una vez que empezara el juego y siendo de noche, había que ser precavido.
Se lo dije ha este necio de Wladimir “tienes que subir por aquí” y él que se sentía poderoso e invencible y quizá mejor preparado que yo para este asunto “pero por aquí puede ser más rápido” bueno traté de advertirle “pero este lado es más seguro” no me hizo caso y quiso hacer su voluntad.



– ¡Hay! ¡chamo! Se cortó la muñeca.
Cayó al piso apretando los dientes y con la mano buena se sostenía la mano tasajeada, Edgar saltó del techo y lo revisó, me miró y negó con la cabeza, acabábamos de perder a uno de nuestros mejores hombres, sin que el combate hubiese iniciado, justamente de la forma en que debían producirse bajas en el enemigo ¿qué si me reí de él? Por su puesto que lo hice ¿qué si le dije Wladitonto, mequetrefe te lo advertí? Desde luego que así fue ¿lo merecía? Bueno obviamente su intención no era perderse de una aventura tan maravillosa, pero definitivamente yo estaba loco de metra ¿le estaba enseñando la ruta para ascender el muro con el menor riesgo y esperaba a que esta circunstancia jugara en contra del enemigo? ¿esperaba yo qué un jugador del equipo contrario se lastimara de esa forma? Debo decir con vergüenza que sí ¿eso nos habría dado la victoria? Bueno… claro que no. Y ya veremos porque.



Fuimos a casa de Edgar y lavamos la herida de Wladimir, tenía la esperanza de que fuera algo menor, pero la verdad es que pudo ser mucho peor, el pudo haberse roto un tendón, o en vez de la muñeca pudo ser el cuello, un ojo, la vena esa que pasa por la ingle, por donde se desangra un cristiano en menos de una hora, pudo ser de cualquier forma horrible, mucho más grave. Wladimir vomitó y se puso frío ¿la hipotermia de los desangrados? “bueno llévenlo al Seguro -dije finalmente resignado- pero déjenlo y regresen rápido porque esta noche habrá juego a como de lugar”.
– ¿Y si hablamos con los muchachos y posponemos para la otra semana? Preguntó Edgar.
– De ninguna manera, creerán que tenemos miedo, el respeto que nos ganamos la semana pasada lo perderíamos de un soplido ¿seguro que no puedes Wladimir? El me miró con los ojos llenos de lágrimas.
– Te lo juro hermanazo ¿crees que los dejaría solos con esto si pudiera poner mi grano de arena?
– Llévense a este mequetrefe de mi vista. Mil veces coño de la madre, nos van a destrozar.
– No te preocupes Salver, voy al seguro con él y regreso, no te desanimes que vamos a ganar de cualquier manera, eso te lo juro. ¿Pensaría Edgar que poseía algún súper poder que diera garantía a sus palabras?



Edgar Febrero nunca había sido de mi entera confianza, pero sabía que peleaba muy bien, sin embargo a mi me parecía que era prácticamente el único guerrero decente que nos quedaba. Bueno aun estaban Wilmer Cabeza de Pirámides y Fernando el Portugués, pero no estaba seguro de que se presentaran. Además no se tomaban este asunto tan en serio como Wladimir.
Llegó la noche, Juan Carlos “Godzilla” Cisneros que había entrado en nuestras filas ya hacía un año, jugaría de nuestro lado, pero en el fondo tenía mis dudas sobre él, había sido miembro del equipo contrario durante años, era de esos que practicaban Taekwondo en el Gusano Azul, era camarada de Alberto, de Mostrico ¿se podía confiar en él? Para colmo de males la noticia había cundido por toda la Villa y las filas de Alexis habían crecido de forma escandalosa, toda la plana de los salseros -que eran la mayoría- se les unió, como si fuera poco los chimaneros y la pandilla del Carenero en pleno, era increíble. Había intentado traer ayuda externa, pero los camaradas de Guarenas y los Naranjos no comprendieron el objetivo de todo aquello, no sentían que se beneficiarían en absoluto.



Además este era un asunto interno de la Villa, los contrarios no querían jugar con Troyanos, pero la desproporción de fuerzas era una excusa perfecta para mi, sin embargo ¿qué podía ofrecerle a los camaradas de afuera? ahora que lo pienso, eso fue lo mejor, entre Villanos nos conocíamos y teníamos consideración, había Troyanos entre nosotros y en el bando enemigo -Wladimir era uno de ellos- pero un Troyano es tal cuando los Villanos ya se han acostumbrado a su presencia, lo conocen, tienen alguna novia en la Villa o son familiares de alguien muy conocido en la urbanización, era un problema que podía ser delicado, viéndolo en perspectiva, lo mejor que le pudo ocurrir a Wladimir fue esa herida, puesto que era el único Troyano entre nosotros y de haberlo capturado Larry o cualquier otro del bando opuesto; quién sabe lo que pudo ocurrirle. Razón hay en esto de que “lo mejor es lo que pasa”.




Al caer la noche los Píos estábamos concentrados en la fortaleza y el dispositivo defensivo instalado en su totalidad, Gotzilla jugaba de doble agente y nos mantenía informados de los movimientos del enemigo, quienes se concentraron en dos columnas, una que venía desde la iglesia, por detrás de los gimnasios hacia el campo de softbol y la otra que se aproximaba por la plaza de las banderas. Subí al techo por el muro donde se lesionó Wladimir y una vez más me lamenté por ello, desde arriba pude ver cuando los contrarios tomaban posesión de la cabaña a un costado del campo y hacia el este se veían los movimientos del segundo grupo tratando de ocultarse tras los muros de la plaza.



La batalla había comenzado. Godzilla no regresó, era de esperarse ¿quién iba ha querer estar en el bando menos numeroso? De pronto el techo de asbesto de la cabaña en el campo cedió sobre sus ocupantes.
– ¿Qué pasó? Pregunté a todo pulmón.
– ¡Tenemos un herido! Respondió alguien del otro lado, era una voz que yo conocía pero no le podía identificar en aquel momento.
– ¡Podemos dejar todo para otro día! Dije ilusamente.
– ¡Para nada, ya se lo llevan al seguro! Contestó la misma vos resueltamente, si no me había rendido yo en las precarias condiciones en que estaba, mucho menos ellos que contaban con un ejército de por lo menos sesenta jugadores, todos deportistas en alguna medida.
Penetraron los gimnasios y marcharon sobre Chicha 1, allí había aceite y cera en los escalones, un grupo de quince intentó ascender sin imaginar lo que les esperaba y resbalaron unos sobre otros.
– ¡Ríndanse! -les grité- tenemos muchas trampas y si suben tendremos que defendernos como sea.
Teníamos bloques de concreto listos para arrojárselos si no retrocedían en ese momento, pero había llegado la hora de la sensatez, si hacíamos algo así iniciaríamos una guerra de verdad y esa no era la idea ¿cuánto tardarían en subir aquel tramo de uno en uno por la orilla? No importaba.
– ¡Perdida Chicha 1!
Grité sin saber lo que vendría ahora y corrí hacia Chicha 3, tomé un garrote de metal y me preparé para defender la otra puerta, en eso que voy corriendo entre las sombras y alguien anuncia que habíamos perdido Chicha 2 y alguien más que ya subían por la 3, eso era todo.
– ¡Chicha-chicha!
Esa era la señal de que debían correr y salvarse los que pudieran ¿Qué le harían a los que capturaran? Nadie podía saberlo, pero se suponía que era un juego amistoso. El intricado código debió ser descifrado por el enemigo al instante, porque luego de mi capitulación secreta, bramaron con gritos claros de victoria.
Mi plan fue huir como en los tiempos en que no lideraba grupo alguno y pasar desapercibido era mi especialidad, luego ubicaría un sitio de donde pudiese contemplar el panorama y esperar a que todo se calmara, tal vez reagrupar a quienes escaparan, que de seguro serían los más fuertes y junto con ellos implementar una estrategia de guerrillas. Pero a la altura de la redoma me topé con Alberto González, Alexis Loco y Mostrico, yo llevaba el garrote en la mano y quizá podría amedrentarlos, pero no sería capaz de arremeter contra nadie, ya con dos heridos era suficiente. Me cerraron el paso, se hablaban entre ellos serenamente, ya no había misterios que les sorprendiera, miré a los lados y comprobé que estaba sólo, abrieron un saco para atraparme adentro y entonces solté el garrote.
– No es necesario, iré de mi cuenta.
– Tenemos que amarrarte Salver tu eres el líder de los punketos ¿Estos necios se habían preocupado por mí? ¿me seguían desde un principio?¿no había otros combatientes más peligrosos?
– De ninguna manera, no hay motivo para humillarme así delante de mi gente, yo iré de mi cuenta y pediré que se rindan.
Alberto asintió aprobando mis palabras, luego él mismo me escoltó hasta a la cancha de Básquet en donde habían ido encerrando a los rehenes, vi que tenían a Yngrid -la hermanita de Churro- quien por cierto estaba en el bando contrario, siendo cuñado de Antonio Gil y hermano de Yngrid.
Ella no tenía sino once añitos, era delgada y frágil, dulce e indefensa y alguien le había arrastrado hasta allí por los cabellos, eso no era amistoso, fui a quejarme con el carcelero, entonces pude identificar la voz bajo el asbesto, era Carlos Aranguren, un coño de dos metros de estatura, con aspecto de oso, que nunca le había puesto un dedo encima a nadie, pero era temido por su contextura doble, hasta él estaba metido en el juego, él que ya se suponía era un adulto, no teníamos chance, era una batalla desigual.
– Carlos deben dejar marchar a las mujeres y detener el juego, esto no es justo.
– Salver no te lo tomes tan a pecho -dijo él con su típica sonrisa caribeña- esto es un juego y ustedes perdieron, lo único que tienes que hacer es rendirte y se podrán ir todos a sus casas, la Fortaleza es nuestra.



Eso no estaba en el trato, salté sobre la tela metálica y la escalé hasta lo alto, caí del otro lado en el campo de softbol y corrí hacia la plaza, reagruparía a los míos y luego caeríamos sobre ellos, esta vez no tendría compasión, ni miedo de usar las armas que fuesen, habían alado la dorada cabellera de Yngrid y pretendían expulsarnos de nuestro palacio.
Trataron de atraparme otra vez, pero ahora no pudieron, cuando los perdí me oculté debajo del árbol que arropaba la parte posterior de la plaza y al rato llegó Godzilla y Atilio, estábamos planeando lo que haríamos cuando vi que una fila de los nuestros caminaba por el medio de la plaza sumisamente, era demasiado, el juego había terminado, empezaba la guerra de verdad, tomé dos piedras bien grandes en cada mano y corrí hacía el sitio, estaba dispuesto a todo.
– ¡Qué les pasa luchemos! Grité con toda mi furia.



De pronto escucho el traqueteo de un arma, nunca antes había escuchado uno, pero supe de inmediato que era un arma larga, me detuve y volví la mirada lentamente, un guardia nacional me miraba displicente y sin apuntarme me indicó que soltara las piedras. Le obedecí y comprendiendo lo que ocurría seguí caminando hacia la fila que estaba formada no solo por los Píos, sino por varios del bando contrario, en la avenida pude ver la jaula de los guardias estacionada, de la cual no me había percatado hasta ese instante.



Cuando llegué hasta el lugar que nos indicaban los guardias, ya había otro grupo de detenidos, entre los cuales estaba Yngrid, que lloraba desconsolada y gritaba histéricamente que ella no había hecho nada, me abrazó y en ese momento recordé que no llevaba conmigo la cédula, a quienes les revisaban la identificación les dejaban ir con la condición que fueran a sus casas. Cuando me tocó el turno Yngrid no me soltó y lloró más aterrada que nunca.
– ¿Es tu hermana? -preguntó el guardia y yo asentí- bueno en ese caso pueden irse ambos, derechito para su casa.



Vi que mi verdadero hermano -moreno igual que yo- ya caminaba a lo lejos hacia el edificio, de nuevo en la redoma la mamá de Yngrid venía con Anny su hermanita, más pequeña, más rubia y más frágil todavía, entonces les dije que mi pequeña protegida no tenía la culpa de nada, que desde hacía rato quería irse a casa pero que no la habían dejado los del equipo contrario, entre los cuales estaba Churro, ella no dijo nada de la alada de cabello y su mamá la perdonó, pero de todas formas estaba disgustada.



Al rato nos reunimos los del Chicagua en la entrada de nuestro edificio y Guillo, que no había querido tomar partido por ningún equipo se burló de nosotros un buen rato, mientras nos aguantábamos el aguacero porque estábamos tomándonos su anís.



A la semana siguiente los Píos nos volvimos a reunir en la taima de la Fortaleza, nadie vendría a atacarnos, nadie estaba interesado en aquel lugar sino para molestarnos, pero nadie quería a la Guardia Nacional inmiscuida en nuestros dominios, así que el episodio culminó con la paz forzosa, Wladimir llevaba su muñequera de gasas y se disculpaba por la ausencia, como si el sólo hubiese podido haber cambiado los resultados del juego. No podía entender que esa batalla la había ganado la Villa Panamericana, las buenas intensiones, el buen sentido.

Estábamos Nellyberth, Samantha, Claudia, Atilio, Ariadna y yo en la taima algunas noches después, nadie más había venido, cuando notamos que las sombras que durante tanto tiempo nos habían protegido lucían verdaderamente lúgubres, hacía frio y se podía oír por primera vez las rasgaduras y chillidos de las ratas entre las panelas de fibra de vidrio, el viento soplaba entre la vigas y cantaba una canción fúnebre. Todos nos habíamos quedado en silencio contemplando el espectáculo pavoroso.
– ¿Alguien aquí quiere jugar al escondite? Pregunté para romper el silencio y tratar de dominar a las sombras.




Pero en un silencio más contundente aun, todos negaron con sus cabezas y sus rostros compungidos. De uno en uno fuimos abandonando el lugar, callados y tristes; ya no éramos los mismos, ya no éramos los mismos, ya no éramos los mismos…






Salver Clemente

Tuesday, September 23, 2008

Cabeza de Pirámides y El Portu...



Esta historia comienza con un pequeño tributo a Cabeza de Pirámides, Wilmer Arellano y su inseparable amigo El Portu, Fernando Da Silva. No solo porque la fotografía publicada por Nelcrys Lima en Facebook, propició un reencuentro de amigos que tienen en común un pasado plagado de anécdotas, sino porque en efecto, estos dos señores forman parte de un génesis.

Obviamente les precede otra generación con sus propios acontecimientos, pero esa es la vida de otros. “Orígenes” lugar común entre estos villanos de los cuales hablaremos comienza con este dueto, especie de Stan y Oli, Quimosabi y su fiel compañero Toro, a veces fueron Tom y Jerry, Pinky y Cerebro, Don Quijote y Sancho Panza y paremos de contar.

Wilmer Arellano: Conocido en los bajos fondos como Cabeza de Pirámides, alcanzó la popularidad como villano, gracias a su poderosa capacidad de eructar, si, el eructo era su primera virtud, y con este don, provocó la ira de un par de policías que lo persiguieron -a él y su inseparable amigo- por el estacionamiento del Edificio Chicagua, la persecución había terminado antes de comenzar, pues sin que los oficiales pudiesen encontrar la rampa para poder subir al segundo nivel del aparcadero, este par ya se encontraba en el P.H. del Edificio Domusqui, que era un piso abandonado por sus dueños durante la década de los 80’s y por tanto guarida de nuestra generación para miles de travesuras.

Pero la creatividad de Wilmer para las guarradas no tenía límites, fue el creador de un deporte extremo que consistía en saltar de una terraza a otra entre dos P.H. en lo alto de los edificios, en la noche y sin cuerda de seguridad. El era el más arrojado de los practicantes y en una oportunidad probó su confianza y dominio absoluto de la disciplina, cuando se detuvo y permaneció deponiendo mientras se sostenía entre dos ventanas. Esa fue una hazaña inolvidable.

Arellano incursiona más tarde en el arte de Expectorar a Distancia, luego que Yehan, el hermanito de Punketo (La M. L.) lo convirtiera en la victima de un esputo que lanzara desde el piso 10, morada del susodicho, que aterrizó en el ojo de nuestro héroe. Pero este episodio sin precedentes, le inspiró para aterrorizar a muchas otras chicas del entorno.

Wilmer era adicto a las guerras de Carnaval y en esta área se destacó como químico al desarrollar novedosas mezclas de pinturas, orines, removedores, harinas y otros materiales que le premiaron con espectaculares pegostes muy difíciles de remover para sus desgraciadas víctimas. Por cierto que su fama como inventor de armas químicas, alcanzó el cenit, cuando en compañía de su primera pareja de juegos el ya olvidado David Vargas, elaboraron el desinfectante que se usó en el la bañada pública que le dieran a Peluche (otro legendario novio de Nellyberth con quien duró una semana) en la casa de Carlos Andrés, en compañía de el Mago José Cachanga todavía conocido como Matute (ex novio de Marielis). Por cierto, el jefe de esta operación fue Matute.

Otra anécdota que no podíamos dejar pasar de este período del Wilmer Cerdo-man es la ocasión en que arruinó una cena en casa de Olena, porque destapó en medio de la cocina un paquete de papel periódico que contenía una de sus famosas y balsámicas deposiciones. Y como dejar pasar la vez que alimentó a Claudia en dos ocasiones durante el mismo día, con alimentos que encontraba desechados en el piso de las calles guareneras, es simplemente inolvidable.

Pero este es el Wilmer que conocimos y conocemos pues para regocijo de todos sus admiradores, debo agregar que no ha cambiado en nada, salvo que ahora es gordo y tiene uno de los hijos más viejos de nuestra generación Axel, quien cuenta para este momento no menos de 16 añitos. Axel, en honor a el inolvidable vocalista de Guns N' Roses. Luego Wilmer se convierte en el primer protagonista de una obra de teatro del grupo Orígenes, que estrenó su primer montaje en la Plaza de las Banderas Un Sainete O Astracán de Aquiles Nazoa, extraído de su libro Humor y Amor.

Cabe destacar que Wilmer -como era de esperarse- resultó un excelente comediante y funcionó muy bien en las obras humorísticas, nadie puede olvidar su frase célebre en el montaje de Se Vende Una Burra donde hacía la transición de tiempo tan simpática: “Media hora después” cuando interpretaba al comprador del animal y resultaba casado con la protagonista que era representada por Solange Nieto. No obstante Wilmer, lució un poco desencajado en el papel del 'Leñador' para la obra ecologista que acompañaba a Se Vende Una Burra, pero de esta interpretación hay que destacar su bastedad que era natural en él y contribuía a la representación de un hombre de montaña, a pesar de todo destacaba en ese entonces como el Primer Actor de Orígenes. Las anécdotas que le involucran son incontables y vale la pena pedir la colaboración de sus víctimas y admiradores para contribuir en la reconstrucción de los hechos más disparatados.

El Portu: Para hablar de este personaje, hay que iniciar con la anécdota propia de un digno representante de su estirpe, pues Fernando se hizo famoso en una ocasión en que formaba parte del grupo de amigos reunidos en la casa de este servidor, que tenía la costumbre de obligar ciertos rituales a los invitados, como quitarse los zapatos en la entrada, entonces Fernando, temeroso de ser botado de la casa, obedeció las indicaciones con lo que acto seguido impregnó la totalidad del piso, con una poderosa peste a queso rancio que rayaba en la descomposición con gusanos y todo.

Pero poco tiempo después se volvió a destacar cuando inicia su carrera de modelo en un desfile que se celebrara en el desaparecido y olvidado Estudio 3000 en el Centro Comercial Trapichito, noche en la cual desfilaron: Wladimir Quiñones ‘Wladitonto’, Ericmar ‘Que Importa’ como fuese su apellido (Surfista de la comandita guarenera en Chirimena) coño y si mal no recuerdo, William Arellano (también Ex de Samantha). En este desfile el Portu se abroga todas las intenciones, alcanzando la cúspide del escándalo, al desfilar su bañador o mejor dicho taparrabo de leopardo con el cabello suelto bautizándose como ‘Papu Papa’ después de esto su imagen queda impresa en el CONCIENTE COLECTIVO para el resto de la posteridad. Si, Fernando se había ganado su puesto en la historia de la Villa Panamericana.

A Fernando le gustaba cantar, pero no cantaba, le gustaba tocar guitarra pero no pisaba, le gustaba ser modelo, pero la cagaba, quería ser actor pero nunca lo intentaba, era un Miguel de la época, como tantos otros, pero que fue novio de Adriana Aponte, Samantha Rapolla y no recuerdo que nadie más se atreviera a lucirlo como pegoste. No obstante hay que destacar que ‘Fer” es de los primeros de nosotros que se casa y se divorcia también.

Estos dos chicos pues, galanes a su manera, que pertenecieron junto a Wladitonto a la memorable Logia de los Cancerberos, liderada por…(de concurso! no me recuerdo el nombre del líder sagrado de la logia guarenera). El caso es que este trío traicionó a los Pios de La Villa y conspiraron para generar un deslave hacia la susodicha organización casi delictiva de los ‘metaleros’, propiciando así un tratado de paz entre éste servidor y el jefe de los piojosos, reunión que se realizó sobre el estacionamiento del Edificio Esparqui y en la cual conté con el respaldo irrestricto de mis muy queridas amigas Samantha y Claudia, quienes me escoltaron durante la asamblea donde se firmó la paz entre estas dos facciones de 'Comegatos' de distintas tendencias dentro de los géneros rockeros. Debo agregar que este tratado me obligó a escuchar a Metallica, para demostrar mi flexibilidad como líder de un grupo entre cuyos preceptos se contaba la amplitud de gustos, como valor inalienable.

Queda el foro abierto para demás anécdotas que tengan como protagonistas exclusivamente a Wilmer y Fernando, ojo, más adelante habrá oportunidad de contar historias de todos los demás incluyéndome, la idea de todos modos es recordar sanamente, esos bellos tiempos en que éramos felices y no lo sabíamos. Un abrazo a todos y espero que 'Fer' y 'Will' me puedan perdonar algún día.

Escrito por: Salver Clemente

Sin un rasguño...

Hago acto de presencia en los espacios cibernéticos, en esta suerte de reunión virtual que emula los reencuentros de graduándos de una misma promoción que después de 10 años, se citan para ver que fué de sus vidas.

Claro que, en ésta reunión hay unas cuantas diferencias, primero no estudiamos en el mismo colegio, a lo que sí aisitímos fué a los mismos matinées (fiestas clandestinas realizadas en las casas de algún amigo, o no, después del colegio, donde se tomába, fumába y se bailába salsa bien pegao, y si nó, pregúntenle a ‘Fumantha’).

Otra diferencia radica en que esta reunión no está basada en la vida actual, sino en traer a éste presente algunos recuerdos.Y lo último, es que no nos graduamos de bachillerato juntos, pero si recibímos un entrenamiento intenso que (al menos a mi) me a ayudado a atravesar por situaciones que se quedan pequeñas en comparación, y de las que he salido sin un rasguño.

Bueno, como dicen en inglés, here we go…

Mis recuerdos son muchos, muy coloridos y de diferentes sabores, pero esta edición se trata de Wilmer y Fernando, quienes fueron captados en una foto donde son la viva imágen de la amistad que nos une, y que hoy fué la inspiración de este blog. Cuando me puse a buscar en mis memorias acerca de estos dos especímenes de la fauna guarenera, me vino inmediatamente a la mente las ferias navideñas que se hiciéron en La Villa un par de años, específicamente la primera, que fué en la acera que une el edificio de Salver y el de Alejandra con el de Maury y Pepe.

En esa feria habia un puesto de parrilla, muy ricas ellas constaban de algunos pedazos de carne asada, salchichas, chorizos y por supuesto salsa de tomate, dichas parrillas no estaban muy al alcance de nuestra economía, eventualmente alguno de nosotros tenia los realitos y se daba el lujo de comprarse una, lujo que no duraba mucho ya que todo el mundo te pedia un poco y como por arte de magia desaparecia y solo quedaba el platico lleno de salsa de tomate.

A dicha situacion Wilmer le consiguió una solución efectiva: recuerdo que era de noche y el acabába de recibir el mentado platico, en ése momento yo me enfilaba en su dirección a pedirle un poco y él (para no darme) comenzó a correr alrededor del carro azul que fué nuestro primer banco-posadera-sentadero. Cuando vió que yo no iba a dejar de perseguirlo hasta conseguir un pedazo de carne, le pasó la lengua a todo el plato de tal manera, que no quedó ni un pedazo sin su saliva...

De Fernando, recuerdo una fiesta en mi casa de la que saque un dolor de cuello que me duró como una semana, ya que me puse a descargar con él, al escuchar alguna canción de su grupo favorito. El hombre parecia Linda Blair, durába horas seguidas moviendo la cabeza como diciendo un sí frenético. Nunca entendí como lo podía hacer, el dolor de cuello fué como que me habían dado batazos la noche anterior.

Aún me río cuando recuerdo a Wilmer, vestido de mujer en "Se Vende una Burra".

Y aún me asombro, cuando recuerdo los cuentos del olor de los pies de ‘Fer’, la verdad nunca tuve el placer de olerlos en vivo.

A los recuerdos y a los amores, que aún están vivos...


Escrito por: Claudia Marquez

Buscando en las gavetas...


Se dice que Internet es el espacio mas democratizado que existe sobre la inexistente faz de la Tierra. Tan es así, que hoy día las distancias geográficas son imperceptibles a la hora de comunicarnos entre los terrestres, y si no que digan lo contrario todos los ociosos y fanáticos (conmigo incluida) de perder el tiempo en espacios como Facebook. Y fue en este espacio virtual, donde un día me encontré una foto de dos personajes que actuaron en una de las películas de mi juventud, y que ahora aparecían tal-cual fantasmas de archivos arqueológicos, abrazados y felices. Detrás de ellos, el background que sirvió de escenario para todas estas y otras historias: La Villa Panamericana.

Estos personajes son Wilmer Arellano y Fernando Da Silva.

Es verdad que muchos años han pasado desde que no vivo en La Villa, ya muchas lunas han recorrido el espectro, también muchas otras historias. Así que esto de recordar ha sido para mí casi como un ejercicio de ir a buscar una información que sabes tienes guardada en algún CD o DVD y, que has quemado con la info de tu viejo computador, pero que igual no sabes en que gaveta lo has metido.

La foto en cuestión movió muchas cosas, muchas memorias de un tiempo que ya no existe y que, sin embargo, ha sido parte importante mi vida. De Wilmer y Fernando, tengo muchos recuerdos, aunque ahora que los veo como espectadora, siempre los sentí como los macharranes y asquerosos varones que se la pasaban con los demás varones en el estacionamiento del Edificio Chicagua, fumando y tomando anís. Entre ellos, también recuerdo a Guillermo el gordo vigilante del Chicagua y a Víctor Hugo. Recuerdo de Wilmer su elocuencia y chistosa forma de expresarse vulgar y sin miedo de ofender a quien le diera su gana. A Fernando lo recuerdo carpintero, desde muy joven trabajaba con su papa, más bien reservado y de poco hablar, tenía un medio frrrddenillo y su pelo largo de rockero adolescente, al igual que Wilmer. Ambos amantes del heavy metal, y siempre con sus franelas negras y roñosas, con alguna impresión de cualquier grupo del momento, como Guns N' Roses, Mötley Crüe o Metallica.

En una oportunidad a la salida de la escuela Laudelino Mejías, mi mama tuvo un encuentro con la vieja Flor, mama de la novia de Wilmer para ese entonces.

La vieja en cuestión le advirtió a la mía, que tuviera cuidado de las amistades de su hija, especialmente con una niña que se llamaba Claudia, de quien se decía que andaba pa’ arriba y pa’ abajo junto a Samantha. La vieja Flor le comentaba la vieja Isabel, que ella a sus hijitas no las dejaba juntar con nadie, y mucho menos las dejaba bajar a juntarse con la cuerda de sagaletones que se la pasaban allá abajo en los estacionamientos de La Villa. Por fortuna, mi santa madre enmascarada de plata, hizo caso omiso a semejante advertencia, ya que con los años vine a descubrir que Claudia es mi soulmate favorito, con quien he crecido y aprendido cuestiones trascendentales para nuestras vidas.


Un mes después hecha la ‘advertencia’, ya Wilmer estaba camino a ser papa del bebe que la hija de la vieja Flor gestaba en su vientre. Vaya lección para todos. Para ese entonces, el contaba con 17, y ella 16. Wilmer se hizo responsable por el desliz y también se convirtió en el primer papa del grupo, aunque nunca vivió junto a la chica. Hoy día, Axel (en honor a Axl Rose) ya cuenta con 16 años.
De Fernando ‘el portugués’ solo sabia que era hijo de portugueses y que tenia un hermano mayor que él. Y como hijo descendiente de europeos, Fernando tenía buen aspecto aunque lucia como que nunca se bañaba, lo que para mi era desastroso, por mis neurosis con la limpieza gracias a la vieja Isabel. Así que por esta razón y otras como que nunca terminó la escuela o no tenia nada que hablar con él, nunca entendí como un día me gusto el chico. De pronto, un día, literalmente, me desperté y era novia de Fernando (scary!) WOW! Ese noviazgo duro poco, creo yo en forma de broma, dos días, el día que nos empatamos y el día que terminamos. La forma como terminamos no la voy a repetir acá. Jej!
Lo que si voy a recordar es el día que cumplí 15 años. Y no es que vaya a contar la historia completa, porque eso será material de otra entrega, pero como olvidar a Fernando en la fiestita que hicimos en mi casa del apartamento 12-01 del Edificio Crasqui, el 3 de octubre del ‘91, cuando de pronto, con algún heavy metal de fondo, el niño en cuestión comenzó a disfrutar de la canción en forma de 'descarga', meneando la melena cabeza abajo y en círculos, desmesuradamente, dándose golpes en la frente contra la puerta de la cocina. Mis padres, estupefactos, de una sola pieza, mirando. Y yo, muerta de la vergüenza.

Escrito por: Samantha Rapolla